Después de dos años desde su lanzamiento en septiembre de 2019, la plataforma de cobros digitales del Banco de México (CoDi) no ha entregado los resultados que se esperaban, pues hasta la fecha solo ha sido utilizada por un total de 1 millón 231 mil 574 usuarios.
Aunque el total de las transacciones ascienden a más de 120 millones de dólares, al compararse con los 526 millones de dólares transaccionados por su similar brasileña Pix y con solo 11 meses de operación, queda claro que la versión mexicana no alcanzó las cifras esperadas por el Banco de México.
¿Qué es el CoDi?
Es una plataforma para “facilitar las transacciones de pago y cobro a través de transferencias electrónicas, de forma rápida, segura y eficiente, a través de teléfonos móviles” según la información obtenida de la página oficial de Banxico.
CoDi permite que las personas hagan pagos a través del escaneo de códigos QR y con tecnología NFC (pagos sin contacto) y que los comercios autorizados por el Banco de México reciban cobros a través de estos medios. La plataforma funciona las 24 horas del día y su uso es gratuito.
A pesar de que cerca del 86 % de las transacciones en México se realizan en efectivo, las principales instituciones financieras del país han apostado por la digitalización de la banca, sobre todo después de darse un incremento de los usuarios bancarios al pasar del 37 % en 2017 al 45 % en 2021, de acuerdo al reporte de Americas MarketIntelligence.
“Hay gente que está bancarizada técnicamente, es decir que a lo mejor tiene un producto bancario, como una cuenta corriente, pero lo primero que hace al llegar la quincena es retirar sus pesos del cajero y se olvida del banco. El problema no sólo es la bancarización sino que las personas que están bancarizadas están insatisfechas financieramente”, precisó Oriol Ros, director de Latinia México.
Para los especialistas la diferencia entre ambas plataformas radica en las 86 instituciones habilitadas en México para utilizar CoDi, mientras que Pix cuenta con 760 dependencias; además de permitir transacciones de persona a persona y no solo de empresas a clientes; así como el impacto que tuvo en la economía brasileña la pandemia de COVID-19.